26 de enero de 2011

Deberíamos gastar nuestros impuestos en el arte?

Leyendo la edición del 15 de enero de Amateur Photographer, me pareció interesante el comentario final de Roger Hicks. Plantea un par de interrogantes curiosas.

Primero, es correcto que los fondos públicos sean usados para financiar y comprar arte? La respuesta de Roger Hicks es la obvia: por supuesto que si, y de todos modos ningún político se daría el color de eliminar los presupuestos públicos destinados al arte, aunque la mayoría en su vida se interesen por visitar las exhibiciones que están financiando.

Segundo, y es aquí donde se pone más interesante: qué clase de arte deberían comprar los fondos públicos? Queremos los clásicos de artistas renombrados, con las mismas recetas de siempre, o queremos que los fondos públicos exploren las nuevas propuestas, aunque en un 90% esas propuestas sean completamente incomprensibles y carentes de valor?

De nuevo, Roger Hicks da una respuesta interesante, y algo inesperada. Una respuesta con la cual, tengo que admitir, es difícil no estar de acuerdo.

Si vamos a explorar con nuestros impuestos algo tan subjetivo como el arte, dice Roger, lo mejor que podemos hacer es gastar la máxima cantidad de dinero posible en las nuevas propuestas y nuevos experimentos. Bien lo dijo Theodore Sturgeon: "puede que el 90% sea basura, pero por lo menos disfruto del 10% restante". A la larga, un 90% del arte que financian nuestros impuestos no va a valer la mitad de lo que se pagó por él, pero lo más probable es que el 10% restante valga su peso en oro.

Además, otro punto muy interesante de Roger Hicks, qué pasará con ese 10% en el futuro? Qué tal si algún museo se hubiera dedicado a comprar Van Gogh, cuando eran considerados arte callejero sin valor? O si alguien hubiera empezado a coleccionar a Andy Warhol, cuando nadie estaba dispuesto a dar un centavo por sus fotografías? Hubiera valido la pena invertir el dinero en las nuevas propuestas, en vez de gastarlo en unos pocos clásicos sobrevaluados 75 años después?

No me malinterpreten, por supuesto que es importante invertir en los clásicos del pasado. Pero al mismo tiempo, tenemos que ver la lección que nos enseñaron esos clásicos: el vago sin nada que hacer de ayer, se convirtió en el Van Gogh de hoy.

Qué importa comprar 90% de basura, si verdaderamente disfrutamos del 10% restante?

PD - Ya que estamos hablando de los clásicos sobrevaluados, prohibido salir con la de los tractores y los violines en los comentarios xD